-

-

martes, 9 de diciembre de 2014

GEOMETRIA MUSICAL


En la Wikipedia se define a la geometría como: 
una rama de la matemática que se ocupa del estudio de las propiedades de las figuras en el plano o el espacio, incluyendo: puntos, rectas, planos, politopos... Sus orígenes se remontan a la solución de problemas concretos relativos a medidas. Tiene su aplicación práctica en física aplicada, mecánica, arquitectura, geografía, astronomía, etc. Y es útil en la preparación de diseños e incluso en la elaboración de artesanía...
Asimismo aprendemos de esa fuente que la geometría, que es una de las más antiguas ciencias, se propone ir más allá de lo alcanzado por la intuición. Por ello requiere un método riguroso y sin errores.
Por otro lado, al explicar el significado de la letra G, Hutchinson nos dice que “esta letra significativa designa la Geometría, la que, para los artífices, es la ciencia por la cual se calculan y forman todos su trabajos... y contiene la determinación, definición, prueba del orden, belleza y sabiduría maravillosa del poder de Dios en Su creación,”[1]
Sobre la Geometría sabemos también que en las Constituciones antiguas de los Francmasones Medievales de Inglaterra se le definía así: “La quinta ciencia se llama Geometría, y enseña al hombre a limitar y medir la tierra y otras cosas.”[2]

Por otra parte, de acuerdo con la semiótica, un símbolo es la representación de una idea. Cuando no poseemos o entendemos las cosas, usamos signos y signos de signos para acercarnos a ellas. Para mí es a través del arte, en particular la música, como muchas veces puedo vislumbrar la existencia de algo divino, de un misterio, de una quinta esencia. En la historia de la música quizá hayan sido los grandes compositores quienes más se han podido acercar a esos ámbitos celestiales, sin embargo también los intérpretes trabajan con esa materia sonora que a veces se puede convertir en el más delicioso  perfume que no alcanzamos a tocar pero que si podemos percibir y también compartir. Tal
Arthur Rubinstein
vez por eso Artur Rubinstein consideraba a la música como un arte sagrado,  y aconsejaba a los músicos a “actuar como humildes servidores de los compositores inmortales, y sentirse orgullosos de haber sido elegidos para transmitir a la humanidad sus legados celestiales.”[3]
Pero así como vimos que la Geometría, mediante el cálculo y la planeación, nos enseña a realizar trabajos y a solucionar problemas, así también para alcanzar la cimas en la interpretación musical, el músico debe de recurrir al trabajo y a sus capacidades mentales para construir sus arquitecturas musicales. 
Sin embargo esta etapa de construcción es sólo preliminar; es como si solamente se hubiera construido un muñeco de madera, como en el cuento de Pinocho, al que aun le faltara el soplo de vida.  Rubinstein decía que lo que le permitía comunicar la música a los demás es algo cuyo significado nunca ha sido claro: “En la mayoría de mis conciertos, el cerebro, que me ayuda a preparar mi trabajo, se mantiene en paz. Es la inspiración, el impulso de transmitir la música a mis oyentes, lo que yo prefiero llamar alma.”[4] El alma, una palabra que parece escapar todos los significados.
Hermann Hesse
Hermann Hesse habla de algo similar cuando dice que “la vida alcanza su plenitud de sentido en los instantes en que todos los sentidos y significaciones se vienen abajo.”
Hesse también dice: “Aquellos, todos los sabios que han existido en el mundo: Buda y Schopenhauer, Cristo, los griegos, nos legaron sus enseñanzas. Sólo hay una sabiduría, una fe, un pensamiento: el saber de Dios en nosotros.”

Es cuanto



[1] Mackey, Albert. Enciclopedia de la Francmasonería. Página 641.
[2] Mackey, Albert. Ibid. P. 653.
[3] Rubinstein, Artur. Mi Larga Vida. UV: Xalapa Ver., 2012.
[4] Rubinstein, Artur. Ibid.

No hay comentarios: