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martes, 14 de julio de 2015

GRANDES PIANISTAS: JULIUS KATCHEN


Julius Katchen nació en el estado de New Jersey, Long Branch en el año 1926. Su formación inicial como pianista se la dieron sus abuelos. Después se pone bajo las manos de David Saperton en la ciudad de Nueva York; su formación musical fue completamente privada por lo que este artista no pasó por los grandes conservatorios norteamericanos. Con 11 años de edad debuta como solista con la Orquesta Filarmónica de Filadelfia bajo la batuta de  Eugen Ormandy. Lo hace tocando uno de los conciertos de Mozart. El joven Julius Katchen continúa con sus giras pero sin abandonar sus estudios de filosofía en la universidad en la Haverford College. Luego, con 20 años de edad se traslada a Francia, específicamente a París, para representar a los Estados Unidos en el primer “Festival Internacional de la UNESCO”. Se estableció en la capital francesa durante el resto de su breve vida.
También hizo música de cámara hasta 1968 con el violinista checo Joseph Suk y el violonchelista húngaro János Stárker. Si bien Katchen dominó con bastante amplitud el repertorio de los románticos, también hizo interesantes ejecuciones de Prokofiev, Ravel -el concierto para la mano izquierda el cual interpretó por última vez el 12 de diciembre de 1968-, Gershwin y el concierto para piano y orquesta Nº 2 de Ned Rorem (1954).
Estando en plena madurez artística, con enormes posibilidades de seguir creciendo, el cáncer lo sorprende y lo lleva a la muerte a la edad de 42 años, es decir, en 1969.
Programa de Julius Katchen

Las interpretaciones de este pianista lo muestran como un artista sobrio, y con un amplio dominio técnico. Julius Katchen actuó con los más grandes directores de orquesta de su momento, como: Eugen Ormandy, Karl Böhm, Sir Georg Solti y Rafael Kubelik, entre otros.
Si hay un compositor con el que se asocia a Katchen ese es Brahms. El ofreció el ciclo de las obras completas para piano en Berlín, Londres, Nueva York, Amsterdam y Viena. Esta formidable empresa realizada por primera vez en los mayores centros musicales del mundo y complementada con ejecuciones frecuentes de los dos conciertos y mucha de la música de cámara de alguna manera resume el permanente amor de Katchen por la música, el cual combina audacia con disciplina, libertad romántica con los últimos vestigios de formalidad clásica y que vacila entre una naturaleza que es a la vez heroica e introspectiva. 
En su ensayo sobre Katchen, Bryce Morrison nos cuenta como el pianista, sorprendido en uno de sus raros momentos reflexivos, 
alguna vez confesó que la más intimidante tarea del intérprete era la fluída comunicación de emoción. Tal franqueza sin duda fue hecha con convicción, puesto que pocos pianistas han llegado a sus oyentes con mayor ardor ("el sentimiento de ser querido tuvo una gran relación en la manera en como he tocado"), con tal infalible generosidad o, hablando estilísticamente, con un mayor sentido Epicureano de extravagancia.

A continuación algunas interpretaciones de este pianista:









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