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viernes, 18 de enero de 2013

OBRAS PARA PIANO - BRAHMS CONCIERTO NO. 1, OP. 15



De los tres movimientos de este concierto es el primero el que tiene un desarrollo más complejo. En él se encuentra una concepción bien definida que respeta las divisiones y funciones externas de la forma sonata y que al mismo tiempo tiene como propósito recrear esta forma. El concepto de Dahlhaus de la variación en desarrollo o variación “desarrollante” se puede ver en esta obra a dos niveles. Primero, hay una transformación constante así como una reinterpretación en los elementos rítmicos e interválicos de los temas. Esta elaboración no es exclusiva a la sección de desarrollo ya que la exposición y recapitulación muestran un igual desarrollo de ideas.
A un nivel mas amplio, se puede observar como el compositor evita la repetición exacta del material temático usando diversas técnicas de composición, tales como: recombinación de los motivos de los temas, fragmentación temática, contrapunto imitativo, rápidas modulaciones, etc.
De especial importancia es el primer tema, el cual, con la tensión que le da una línea cromática descendente en el bajo, define el carácter dramático y expresivo de todo el movimiento. En el segundo tema de la exposición de la orquesta la figura de los violonchelos es una reinterpretación del primer motivo del primer tema.
En el siguiente tema (c’) aparece un aparentemente nuevo tema en si bemol menor. Pero un análisis mas cercano permite ver una relación con ideas previas. Esta relación no es solo rítmica; el contorno del tema asemeja el del primer motivo de a’.
Con respecto a la lógica normal de la forma sonata, este primer movimiento presenta una mayor articulación y complejidad de ideas y una menor perspectiva lineal en la estructura. Con la reinterpretación que hace de innumerables ideas, Brahms también crea contrastes entre los diferentes temas. Contrastes que a su vez crean un drama musical de luces y sombras.
Robert y Clara Schumann
Con respecto al segundo movimiento, Brahms le escribió a Clara Schumann en 1856 “en este momento estoy haciendo una copia fiel del primer movimiento de este concierto. También estoy escribiendo un tierno retrato tuyo en lo que será el Adagio.”[1] Tal vez estas palabras guiaron a Max Kalbeck a interpretar el encabezado que se encuentra en el bosquejo de la partitura (“Benedictus qui venit in nomine Domini”) como una alusión a Clara y a Robert Schumann. Kalbeck también estaba convencido de que la verdadera inspiración detrás del Adagio fue la muerte de Schumann en 1856. Esta hipótesis por supuesto no puede probarse ya que el único testimonio es la música. Sin embargo, ciertas similitudes de la escritura orquestal con escritura vocal polifónica sugieren otra probable influencia en la inspiración de este movimiento: música coral religiosa, la cual siendo una influencia puramente musical es más importante para entender la importancia de este Adagio. Michael Musgrave ha notado la relación entre este movimiento y el Preludio de la Misa Solemnis de Beethoven, el cual también está escrito en Re mayor y escrito predominantemente para las cuerdas.[2]
El carácter de este movimiento es solemne, y a veces melancólico. El esquema ternario del Adagio (ABA-Coda) es trabajado con tal sutileza que puede ser difícil de reconocer. Un ejemplo de esto es la transición de la primera sección a la parte central, la cual ocurre sin ninguna interrupción.
El último movimiento (Allegro non troppo) es un rondo con elementos de la forma sonata. El esquema general es ABACABA. Existen en este movimiento transiciones orquestales entre los diferentes episodios, siendo el más extenso e importante el fugato que conecta el episodio central, C, con el regreso del primer tema.
Más importante es la relación de este movimiento con el finale del concierto en do menor para piano de Beethoven. Y es que después del enorme esfuerzo que le constituyó escribir el primer movimiento, Brahms decidió usar un modelo probado para el rondo. En su análisis de este movimiento Musgrave señala las similitudes:
Las relaciones se basan en los paralelos fundamentales de la estructura de los temas principales...ambos temas principales se dividen en dos secciones de ocho compases cada uno, que son repetidos por la orquesta, la primera terminando en la dominante, y la segunda cerrando con una breve cadenza para unirse a la repetición. El compás de 2/4, y varios paralelos en la textura y figuras de la parte del piano refuerzan más la conexión entre ambos movimientos. Los segundos temas son un poco mas libres, pero ambas obras terminan con una cadenza. El episodio central ocurre en el mismo lugar, compases 181, y las proporciones seccionales son muy similares, llevando finalmente a las fugas sobre el tema principal...solo al final Brahms amplía su esquema.[3]
La principal diferencia entre los dos finales es en el carácter tan opuesto que hay entre ellos. El de Beethoven, que es una danza campestre, tiene un humor alegre; mientras que el de Brahms mantiene en su carácter algo de la severidad del primer movimiento. Sin embargo, cualquier signo de dramatismo desaparece con el luminoso carácter de la coda que concluye este concierto.
(Eliud Nevárez A.)

Termino esta entrada compartiendo la interpretación de Claudio Arrau de este concierto no 1: 




[1] Johannes Brahms, Piano Concerto no. 1, op. 15, (Londres: Eulenburg, 1979).
[2] Michael Musgrave, The Music of Brahms, (Londres: Routledge & Kegan, 1965), p.123.
[3] Michael Musgrave, ibid, p. 124.

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