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miércoles, 21 de septiembre de 2011

HABLEMOS DE PIANISTAS


¿Por que hablar sobre pianistas? Para mi es algo que me afecta muy directamente debido a la importancia que ha tenido la música en mi vida.
Hay sin embargo muchos ejemplos de artistas y literatos, que no son músicos, para quienes este arte tiene un gran significado en sus vidas y en su obra. Me viene a la mente el pintor nicaragüense Armando Morales, de quien se sabe que al empezar su trabajo al alba, gusta de lavar “su cerebro y todo su ser con …preludios de Bach para clavicordio.”
Ya entrando en materia de pianistas se puede mencionar al escritor argentino Julio Cortázar, quien en su libro “Un tal Lucas”, dedica varios relatos al arte del teclado. En particular quiero leerles un fragmento del que Cortázar titula “Lucas, sus pianistas.”
"Larga es la lista como largo el teclado, blancas y negras, marfil y caoba; vida de tonos y semitonos, de pedales fuertes y sordinas... 
Larga es la lista, Jelly Roll Morton y Wilhelm Backhaus, Monique Hass y Artur Rubinstein, Bud Powell y Dinu Lipatti. Las desmesuradas manos de Alexander Brailovsky, las pequeñitas de Clara Haskil, esa manera de escucharse a sí misma de Margarita Fernández, la espléndida irrupción de Friedrich Gulda en los hábitos porteños del cuarenta, Walter Gieseking, Georges Arvenitas, el ignorado pianista de un bar de Kampala, don Sebastián Piana y sus milongas, Maurizio Pollini y Marian McPartland, entre olvidos no perdonables y razones para cerrar una nomenclatura que acabaría en cansancio, Schnabel, Ingrid Haebler, las noches de Solomon, el bar de Ronnie Scott, en Londres, donde alguien que volvía al piano estuvo a punto de volcar un vaso de cerveza en el pelo de la mujer de Lucas, y ese alguien era Thelonious, Thelonious Sphere, Thelonious Sphere Monk.
A la hora de su muerte, si hay tiempo y lucidez, Lucas pedirá escuchar dos cosas, el ultimo quinteto de Mozart y un cierto solo de piano sobre el tema I ain’t got nobody. Si siente que el tiempo no alcanza, pedirá solamente el disco de piano. Larga es la lista, pero él ya ha elegido. Desde el fondo del tiempo, Earl Hines lo acompañará." [Escucha a Earl Hines interpretando I ain’t got nobody en este enlace http://youtu.be/rR35n5KRf0c].
Pienso que si tuviera que hacer una lista similar de los pianistas que me han acompañado en mi vida la lista sería muy larga. Por lo que en estas dos pláticas me concentraré sólo en unos cuantos, los cuales, además de mis maestros de cabecera, han dejado una huella que me ha servido seguir en diferentes momentos para hacer mi propio camino.
Escribía Helen Epstein sobre los músicos, que “me agrada pensar que las personas que durante siglos han proporcionado tal placer y que, cada vez que tocan, se dedican a una recreación de la vida, están más cerca de la inmortalidad que el resto” de las personas.
Así pues, hablemos de pianistas.



JORG DEMUS

El primer pianista que quiero mencionar es el austriaco Jorg Demus. A finales de los años 70’s tuve la oportunidad de conocer a este gran músico al asistir por primera vez, como oyente, a una clase magistral de piano en el ex-convento del Carmen en Guadalajara. Era aquella una época de bonanza para las artes en la que el presupuesto permitía que muchos artistas internacionales visitaran la ciudad cada año.
Demus me pareció, con su figura imponente, la personificación de la música; como si el mismo Brahms o Schumann hubieran venido a transmitirnos el fuego del arte. Sobre todo al empezar a hablar sobre la pieza de Beethoven que estaba revisando, y al ejemplificar en el piano, fue cuando percibí con más fuerza la luz del conocimiento que venía a compartir. Ahora, después de tantos años, considero que fue ese un momento determinante para mi.
Este pianista nació en 1928 en St. Polten, Austria, y recibió sus primeras lecciones de piano a la edad de 6 años. A la edad de 11 años se le permitió entrar a la Academia de Música de Viena. Y a los 14, mientras todavía era estudiante en el Conservatorio, hizo su debut en la famosa Sala Brahms para la prestigiada Gesellschaft der Musikfreunde en Viena. Entre los pianistas que lo influenciaron se deben mencionar a Walter Gieseking con quien tomó clases magistrales en el Conservatorio de Saarbrücken. Asimismo su interpretación se vio beneficiada con las enseñanzas de Wilhelm Kempff, Arturo Benedetti Michelangeli, y Edwin Fischer.
En 1956 obtuvo el importante “Premio Busoni” en el Concurso Internacional de Piano de Bolzano, Italia. Desde ese entonces ha tocado en los centros musicales más importantes del mundo, manteniendo una notable carrera como solista,  en la que se destaca por un sonido y una línea básicamente románticas con un interés por las interpretaciones históricas en instrumentos originales antiguos. Por ejemplo, para celebrar el 200th aniversario del natalicio de Beethoven, Demus tocó en los pianos Broadwood y Graf que pertenecieron al compositor alemán en el Festival Beethoven en Bonn. Han sido también notorias sus interpretaciones de Bach y sus ejecuciones flexibles y llenas de color de Debussy. Demus ha sido asimismo un acompañante sensitivo de los más grandes cantantes como son Elisabeth Schwarzkopf, Dietrich Fischer-Dieskau y Elly Ameling.
Durante muchos años ya, Demus ha seguido regresando a México a compartir su arte. 




MALCOLM FRAGER

En esos años también visitaron Guadalajara varios excelentes pianistas estadounidenses como Gary Graffman y Malcolm Frager. Este último, quien en ese tiempo debía tener unos 43 o 44 años, nació en St. Louis, Missouri en 1935, y estudió con Carl Friedberg en Nueva York desde 1949 hasta la muerte de  Friedberg en 1955. Ganó la Competencia de Piano de Genova (1955), el Premio Michaels Memorial en Chicago (1956), el Concurso Leventritt en New York (1959), y el Concurso de la Reina Elizabeth en Bruselas, Bélgica (1960). Realizó grabaciones de obras  de Mozart, Haydn, Chopin, Schumann, Beethoven, Brahms and Prokofiev.
Su biblioteca personal se encuentra en las Colecciones Especiales de la Biblioteca Sibley de la Escuela de Música Eastman en Rochester, New York. Su descubrimiento de manuscritos incluye una versión de la Fantasía en la menor que después se convirtió en el primer movimiento del Concierto para Piano en la menor de Robert Schumann. Frager estrenó esta pieza con la Orquesta Sinfónica de Boston con Erich Leinsdorf en el Festival de Tanglewood en Agosto de 1968. En 1978 Frager visitó la Biblioteca Jagiellonian en Cracovia Polonia en donde convenció a los bibliotecarios para que permitieran la recuperación de una colección de más de mil manuscritos originales que se habían perdido desde la Segunda Guerra Mundial. Esta colección incluía piezas de Bach, Beethoven, Schumann and Mozart. El murió en Pittsfield, Massachusetts el 20 de Junio de 1991.
Aun a la fecha recuerdo que su interpretación, entre otras cosas de varias obras de Chopin, era de primer calibre en su acabado y exquisitez [Un ejemplo de su manera de tocar se puede escuchar en este enlace: http://youtu.be/WEMusD10G4o ].
Entre los pianistas que me influenciaron en aquellos primeros años de mi formación hubo también varios artistas mexicanos como José Arceo Jácome, Manuel Delaflor ( de quien hablaré más adelante) y María Teresa Rodríguez.


MARIA TERESA RODRIGUEZ

Con María Teresa tuve la oportunidad de tomar un curso de perfeccionamiento pianístico en la escuela de música de la U. de G.  en 1982. En este curso tuve ya la oportunidad de recibir los conocimientos de esta gran pianista de forma directa, esto es como ejecutante. Recuerdo de María Teresa su trato amable pero a la vez profesional y con la rigurosidad que la música requiere.
Sobre la formación de esta pianista se puede decir que entre sus primeros maestros, Rodríguez estudió con Gómezanda, a quien la pianista describe como “un magnífico maestro, no sólo porque traía esas influencias de Alemania donde permaneció varios años, sino porque era muy entusiasta.” María Teresa aprendía rápido, cada semana llevaba a sus clases de memoria cuatro o cinco autores, Bach, Mozart, Debussy y otros, de manera que prácticamente terminó la carrera como maestra a los catorce años de edad, contando con un repertorio de quince o dieciocho programas diferentes de concierto.
Más adelante ella estudió con Borowsky, primero en México y posteriormente en Boston por varios años. Cuando Borowsky la conoció le dijo "señorita Rodríguez, usted es como un pajarito que nació cantando", lo que representó una gran desilusión para ella ya que le hizo ver que a pesar de que tenía 18 años,  y toda la vida tocando, requería una disciplina más rigurosa de estudio. Sin embargo María Teresa se repuso, ya que como ella dice “uno nunca debe conformarse con lo que hace, hay que seguir luchando para lograr el éxito o la perfección.” Borowsky le hizo ver que la interpretación no es sólo tocar bonito, sino que además hay que conocer el estilo de los compositores, y aún su personalidad, ya que de ese conocimiento ha de brotar la interpretación.
De allí en adelante continuó una carrera que la llevó a tocar como solista con orquestas como la Sinfónica Nacional, la Sinfónica de Boston, la Filarmónica de Moscú, y la Orquesta Filarmónica de Londres, entre otras más, bajo la dirección de Arthur Fiedler, Eduardo Mata, Carlos Chávez y  Kiril Kondriashin.
Con la ayuda de Chávez la pianista mexicana se fue en 1953 a Europa presentándose en diversos foros. Después de un año regresa a México y en 1960 es llamada a colaborar con Chavez en el Conservatorio Nacional de Música en el taller de composición.
Esta pianista trabajó por muchos años en esa institución formando pianistas. También fue precursora en la labor de difundir la música mexicana para piano, en especial la obra de Chávez, que han continuado las nuevas generaciones de pianistas mexicanos.





PAUL BADURA-SKODA

Otro pianista que recuerdo haber escuchado en Guadalajara en aquellos años fue el austriaco Paul Badura-Skoda, tocando el concierto no. 4 de Beethoven, que fue también para mi una revelación. A este artista tuve la fortuna de volverlo a escuchar en un curso que dio durante 2 semanas en la Universidad de Texas en Austin, en el año de 1994 … En esas semanas desarrolló un trabajo muy intenso que consistió en clases magistrales casi todos los días, un recital de piano en el que interpretó una sonata de Schubert y las cuatro baladas de Chopin, un concierto de Mozart con la sinfónica de Austin y una conferencia con su esposa sobre la música de Mozart. Pero más impresionante que toda esta labor fue ser testigo  de su conocimiento enciclopédico de la literatura pianística. Ya que conocía de memoria cada obra que los estudiantes tocaron para él. Y además, corregía las excelentes ediciones que estos alumnos llevaban basándose en su conocimiento de los autógrafos de los compositores; con el tiempo ha formado una colección de estos.

En un principio este músico estudio ciencia a la par con música. En 1945 entró a estudiar en el Conservatorio de Viena y dos años después fue becado para estudiar con Edwin Fischer. En 1949, Wilhelm Furtwängler y Herbert von Karajan, al darse cuenta de su talento, lo invitaron a dar conciertos; adquiriendo un prestigio mundial rápidamente  que lo ha llevado a los más importantes festivales de música por todo el mundo, y a ser solista con las mejores orquestas y directores del mundo. Paul Badura-Skoda ha grabado un enorme repertorio con docenas de discos, que incluyen los ciclos completos de sonatas de Mozart, Beethoven y Schubert.

Su profundo conocimiento de los instrumentos antiguos del tiempo de Mozart y Bach hasta los actuales le han dado la capacidad de extraer de los pianos modernos una cualidad de sonido que nunca deja de asombrar a sus audiencias. Su personalidad musical se caracteriza por una completa inmersión en la música, una apasionada búsqueda por lo esencial, y un sentido de responsabilidad artística.
Con este pianista escucharemos la sinfonía de la partita no 2 en do menor de Bach BWV 826, y el cuarto movimiento de la sonata en mi bemol mayor op. 31/3 de Beethoven.

Finalmente quiero hablar sobre un pianista que nunca tuve la fortuna de escuchar en vivo, a quien sin embargo he llegado a conocer y a admirar a través de grabaciones.




SVIATOSLAV RICHTER

De este pianista es conocida su trayectoria. No siguió la senda que la mayoría de los músicos profesionales sigue, ya que fue hasta tarde que se decidió por el concertismo. No recibió un entrenamiento sólido en su infancia pero desde un principio se concentró en la esencia de la música más que en tocar el piano; lo importante para él era la expresión. Siempre había ideales en su imaginación luchando por convertirse en sonidos. También se debe mencionar su disciplina para el estudio. En algunas ocasiones practicaba hasta 10 horas al día, y cuando le faltaba una hora, lo anotaba en su libreta de ‘confesiones.’ Aunque había temporadas en las que no tocaba el piano para nada.
También su manera de abordar la actividad de concertista fue especial. Ya que evitaba planear sus giras con demasiada anticipación. Prefería hacer sus viajes buscando nuevos lugares donde tocar, evitando muchas veces los principales centros musicales del mundo. Y en lugar de tocar en Londres, Nueva York o Paris terminaba haciendo arduas giras de tres meses que lo llevaban por Siberia, a pueblos donde nunca se había escuchado un recital previamente.
¿Cuáles fueron las características principales de sus interpretaciones? Heinrich Neuhuaus, su maestro, describió así a Richter: “uno siente claramente que la obra entera, por más grande que esta sea, se presenta ante él como un vasto paisaje, visto con una increíble claridad desde una altura extraordinaria, como si se le viera con los ojos de un gran halcón, captando a la vez el todo y los detalles. Debo de declarar que nunca he encontrado tal sentido de unidad, tal naturalidad, tal perspectiva  musical y artística tan amplia en cualquier otro pianista que haya conocido, y he escuchado a todos los ‘grandes’ .”


Pienso que estos músicos nos muestran que el espíritu todavía tiene cabida en nuestra vida moderna. Con el progreso, y especialmente en los países “desarrollados”, el hombre ha adquirido una visión del universo en la que se antepone la utilidad de las cosas y de los seres, a otras cualidades. Y con ello, ha perdido formas de ver y percibir el mundo que generen la creación de mitos, misterios y enigmas que le den un sentido y equilibrio a la vida, y en el que tenga cabida la noción de lo sagrado. 
Ernesto Sábato escribió en su libro “La Resistencia”:
Creo que lo esencial de la vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos, esos cruces de caminos que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones... los valores son los que nos orientan y presiden las grandes decisiones. Desgraciadamente, por las condiciones inhumanas del trabajo, por educación o por miedo, muchas personas no se atreven a decidir conforme a su vocación, conforme a ese llamado interior que el ser humano escucha en el silencio del alma... y sin embargo, la fidelidad a la vocación, ese misterioso llamado, es el fiel de la balanza donde se juega la existencia si uno ha tenido el privilegio de vivir en libertad.

Al hablar de estos músicos y al escuchar sus interpretaciones podemos palpar y disfrutar de los frutos que se alcanzan cuando se sigue ese llamado interior. A mi también me recuerdan el por que decidí dedicarme a la música.

Finalmente cito a Julius Marx, que decía: “- en esa casa que hay en la montaña hay un tesoro enterrado.
- Pero si en esa montaña no hay ninguna casa.
- En ese caso construyámosla.”
Creo que con su trabajo estos artistas han construido un edificio de sonidos que guarda un tesoro. Y este tesoro espiritual, hecho con su esencia y la de los grandes compositores, es uno que está al alcance de todos nosotros.


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