MALCOLM BILSON
En esta segunda plática empezaré hablando de Malcolm Bilson, quien realmente es un fortepianista. A este músico lo conocí personalmente cuando fue a Austin a dar unas clases magistrales y un recital con motivo de la adquisición por la Universidad de Texas de un nuevo instrumento, un fortepiano.
Este músico es uno de los mejores ejecutantes de este instrumento en el mundo.
Bilson se ha mantenido a la vanguardia del movimiento que ha resucitado las interpretaciones en instrumentos antiguos desde hace ya varias décadas. Originalmente un pianista, este músico cambió de dirección en 1968, después de pasar un tiempo en Viena con una beca Fullbright y de realizar un doctorado en la Universidad de Illinois, entrenándose a si mismo para tocar el fortepiano.
En sus conferencias y clases magistrales Bilson siempre está dispuesto a aclarar las ideas erróneas que se tienen sobre a las diferencias entre el piano y el fortepiano, explicando que este último instrumento característico del siglo 18, “se encuentra mucho más cerca del clavicémbalo que del piano moderno.”
El también hace notar que la música del siglo 18 es como el lenguaje, como el hablar, con sutiles diferencias en énfasis y en la inflexión, y que el fortepiano o pianoforte se ajusta mejor a este repertorio, ya que “el piano moderno desarrolla el tono lentamente y es ideal para líneas melódicas largas que se desenvuelven despacio, pero no es muy bueno para ejecutar frases que contienen frecuentes cambios en la acentuación.”
Al comparar la acción del piano moderno, que desciende del piano Inglés, con la del piano Vienés del s. 18, Bilson hace notar que la acción inglesa ofrece más poder mientras que la vienesa es más sensitiva, es como si el instrumento te dijera: “vamos, trata de hacer algo aun más sensible, más ligero. Trata de vacilarme.”
Bilson prefiere también del fortepiano su registro grave más transparente: “cuando Mozart quería más volumen, se iba a la parte grave del instrumento, de la misma manera en la que Liszt y Bartók lo hicieron después; pero el bajo del piano moderno es demasiado grueso y pesado para las texturas claras y ligeras de Mozart.” También Bilson argumenta que el piano moderno le falta un esforzando en el sentido Beethoveniano, otra vez debido al lento desenvolvimiento del tono. “La mayoría de los pianistas no saben lo que es un esforzando, porque el piano moderno no lo permite; simplemente tiene sonidos fuertes. Muchas veces el esforzando debe de tener el efecto como un jab en las costillas.”
En fin, creo que no se debe de subestimar la importancia que tiene conocer este instrumento, antecesor de nuestro piano, y para el cual escribieron Mozart, Haydn e inclusive Beethoven, quien escribió la primera mitad de sus sonatas para el pianoforte. Y es que al conocer cuales son sus características puede uno entender cuestiones como el porque la música de los clásicos vieneses utiliza pequeñas ligaduras. Lo cual está relacionado a que el pianoforte produce sonidos cortos.
GUADALUPE PARRONDO
En su libro Estaciones en la Música, Sergio Cárdenas hace un reconocimiento de la pianista Guadalupe Parrondo, a quien califica como ‘excelsa pianista mexicana’. Asimismo Cárdenas menciona como una característica de la Parrondo un “consumado virtuosismo pianístico tanto en lo técnico como en lo musical.” Resaltando en ella un rigor y una auto exigencia, así como “un rechazo a las concesiones de demagogia técnico-artística”, debido a su responsabilidad artística.
En el 2003 tuve la oportunidad de corroborar personalmente estas cualidades al pasar dos semanas trabajando con esta gran artista en un curso de perfeccionamiento pianístico. Allí me di cuenta que la exigencia que ella hace a sus alumnos no es mayor que la que ella se plantea a sí misma, la cual es una sin concesiones.
De esas clases recuerdo que el trabajo con la técnica que ella nos pedía ocupaba una buena parte del tiempo de estudio. Recomendaba estudiar una hora de técnica por una en el repertorio. Pienso que este trabajo es notorio en la consumada técnica que ella posee.
Pero también pude constatar otra virtud que menciona el director de orquesta; dice Cárdenas que “combina la entereza de la exigencia profesional con una generosidad de espíritu que también sabe ser solidario y empático.” Esto pude constatarlo también, ya que al revisarme obras de Bach y Mozart su enseñanza se tornó más espiritual, más concentrada en la partitura, y más profunda, por lo cual pude entender que su exigencia, hacia si misma y hacia los que enseña, proviene de una profunda responsabilidad ante la música.
Esta artista ha sido merecedora de varios premios internacionales en concursos como el Ciudad de Montevideo, el Albert Lévécque a la mejor interpretación de Bach, el Primer premio María Canals de Barcelona, Segundo Premio del concurso de Ginebra y ganadora en el Primer Concurse Teresa Carreño de Caracas.
Esta artista también se ha presentado en las más importantes capitales de Europa, América Latina, Estados Unidos y Japón.
Estas son algunas criticas que la Parrondo ha recibido:
“Técnica perfectamente dominada, francas sonoridades confiriéndole amplitud y robustez. Sin duda, gran virtuosismo…” Bruselas, Bélgica.
“La técnica absolutamente segura de Guadalupe Parrondo le permite una gran paleta dinámica. El piano pareció ser un aparato de ejercicios virtuosísticos del alma…” Luwingshaien, Alemania.
“Tocando con extrema seguridad, los contrastes de la Parrondo fueron soberbios…Un momento de arpegios delicados, de octavas descendentes enérgicas y vigorosas…Cada nota era clara y distinta: una interpretación de virtuoso…” Filadelfia, EE.UU.
Manuel Delaflor
Hablar de este pianista es no solamente hablar de una figura musical que se ha mantenido por muchos años en el escenario musical de México como un destacado y versátil intérprete, sino también es hablar de un músico que ha influido en varias generaciones de pianistas a través de la enseñanza, ya sea en como maestro particular o en instituciones como el Conservatorio del Estado de México. Para mi hablar de Manuel Delaflor es además hablar de una figura que ha afectado mi formación en diferentes etapas de mi vida. El primer recuerdo que tengo de este músico es el Curso de perfeccionamiento pianístico que él impartió en lo que era entonces la Galería Municipal en Guadalajara en el año de 1979; cuando yo tenía unos 15 años de edad.
A pesar de que en esa ocasión solo participé como oyente, fue una experiencia deslumbrante ya que en este curso adquirí conocimiento de muchas cuestiones básicas de la técnica e interpretación pianística de las que tenía poco conocimiento. Seguramente algunas cosas ya las hacía pero pienso que de manera inconsciente. El curso inició con un recital que fue también inolvidable. Desde entonces a la fecha he tenido la oportunidad de trabajar en diversas obras con este artista. Después de que regresé a México en 1995, restablecí contacto con él.
Entre las obras que he trabajado con él están: el Concierto Italiano de Bach y la primera Balada de Chopin en el 2000. Las Variaciones Abegg op. 1 de Schumann; varios Preludios op. 28 de Chopin; la Sonata op. 31/1 en sol mayor de Beethoven, la Partita no 3 en la menor de Bach, y la Sonatina de Ravel, la Partita no 3 de Bach, las Var. Sobre un tema de Handel de Brahms.
Sus estudios formativos los realizó con Antonio Gomezanda y Juan Valle, y tomó cursos de perfeccionamiento con Bernard Flavigny y George Demus. También realizó clases especiales con el Maestro Germán Diez, alumno de Claudio Arrau, en la ciudad de Nueva York. Durante tres años trabajo al lado de Américo Caramuta en la cátedra de Fenomenología de la Técnica Pianística (Antonio Gomezanda (1894-1961). Compositor mexicano, maestro de otros músicos importantes como María Teresa Rodríguez y Jorge Velasco).
Pienso que en este punto sobre la educación de Delaflor es interesante mencionar lo que dice la educadora y pianista Keila Rochelle sobre la técnica pianística de Arrau y de Diez: “Está fundada en la relajación, flexibilidad y el uso del peso del brazo. Es de ayuda tener los codos relajados y la muñeca flexible para el control muscular y para matizar... Mantener los codos relajados (o sueltos) permite que la energía fluya desde los hombros y permite que el peso se transmita y accione las teclas. Es importante mantener los codos sueltos y libres de tensión. Esto le da libertad y flexibilidad a las muñecas. Permite que el peso se distribuya desde los hombros de una manera que permite tocar hacia adentro de las teclas para legato (notas conectadas), y tocar hacia afuera para staccato (notas cortas, desconectadas). El fraseo está literalmente en las yemas de los dedos cuando los hombros, codos, muñecas y dedos se sienten sin peso y posicionados con naturalidad.”
Es interesante subrayar que varias de estas ideas son también mencionadas y practicadas por Delaflor.
ANTON NEL
Anton Nel, ganador del primer lugar en la Competencia Internacional de Piano Naumburg de 1987 en Carnegie Hall disfruta de una destacada y diversa carrera que lo ha llevado a Norteamérica, Sudamérica, Europa, Asia, and Sudáfrica. Después de un prometedor debut a la edad de doce años con el Concierto en do mayor de Beethoven después de solo dos años de estudio, el nativo de Johannesburgo capturó todos los importantes premios de su país antes de los 20 años, en donde realizó muchas giras y llegó a ser una personalidad reconocida en radio y televisión.
Anton Nel emigró a los Estados Unidos en 1983, donde atendió la Universidad de Cincinnati, y donde obtuvo una Maestría y un Doctorado en Artes Musicales bajo la dirección de Bela Siki y Frank Weinstock.
Fue uno de los ganadores en la Competencia Internacional de Piano Leeds de 1984 en Inglaterra y gano varios primeros premios en la Competencia Internacional de Piano Joanna Hodges en Palm Desert en 1986.
Entre los logros de Anton Nel durante casi 4 décadas de concertismo se incluyen ejecuciones con la Orquesta de Cleveland, las sinfónicas de Chicago, San Francisco, Seattle, Detroit, y London, entre muchas otras (de hecho cuenta con un repertorio activo de más de 100 obras para piano y orquesta.) Un aclamado intérprete de Beethoven, Anton Nel ha ejecutado el ciclo de los 5 conciertos varias veces, más notablemente en el 2005 con la Filarmónica del Cabo en dos noches consecutivas. También fue escogido para dar la premier en EE.UU. del recientemente descubierto Concierto para Piano no. 3 en mi menor de Felix Mendelssohn en 1992.
Como recitalista ha aparecido en el Carnegie Hall, el Lincoln Center, el Museo Metropolitano y en la Colección Frick en New York; en el Auditorio Ambassador en Pasadena, la Sala Davies en San Francisco, y la Biblioteca del Congreso en Washington, DC. Internacionalmente ha ofrecido recitales en las salas más importantes de Canadá, Inglaterra (incluyendo las Salas de la Reina Elizabeth y la de Wigmore Londres), Francia, Holanda (Concertgebouw de Ámsterdam), Japón (la Sala Suntory en Tokyo), Korea, y Sudáfrica.
Me permito a continuación una pequeña digresión para enfocar el tema de esta plática a nuestra circunstancia como estudiantes de la música.
Arthur Schnitzler, poeta vienés, creía que sólo existen tres virtudes: el coraje, la objetividad y el sentido de responsabilidad. Viktor Frankl asigna cada una de estas virtudes, como método dominante de pensamiento, a las tres escuelas de psicoterapia que han surgido en Viena.
De esta manera la virtud del coraje correspondería a la escuela adleriana, ya que ésta se concentra en hacer que el paciente supere sus sentimientos de inferioridad.
Pienso que en nuestra etapa como alumnos en general nos caracteriza el deseo de salir adelante, y lo que menos nos falta es el coraje, la voluntad de luchar por lo que queremos alcanzar. Sin embargo yo encuentro que la segunda virtud, la objetividad, es mucho más difícil de lograr. Al reflexionar sobre la educación musical en nuestro país, pienso que todavía nos falta ser más objetivos, como maestros y como estudiantes; por ejemplo, muchas veces, en lugar de dejar que nuestra inteligencia combinada con nuestro oído guíen nuestras manos al tocar, nos dejamos llevar por los dedos sin saber muchas veces que es lo queremos lograr. Y en lugar de trabajar y probar ideas musicales en nuestro estudio de las piezas, nos confiamos al método de repetir, de machetear sin mucho sentido.
Y sin embargo aun adquiriendo esa objetividad todavía estaríamos incompletos. Ya que si sólo somos objetivos a lo más que podemos aspirar es a ser como máquinas, como computadoras que solo requieren ser programadas. Volviendo al tema de las escuelas de psicoterapia podemos ver que el psicoanálisis freudiano, el cual toma esta virtud de la objetividad como el eje de su pensamiento, convierte “a la persona en un objeto, al ser humano en una cosa.”[1] Y esto lo hace al contemplar al paciente como un hombre/máquina que requiere un terapeuta/mecánico para arreglar su psique.
Una tercera escuela de psicoterapia es el análisis existencial o logoterapia, como Frankl la denomina, la cual se centra en la autonomía de la existencia espiritual. Esta escuela interpreta la existencia del hombre en función de verlo como un ser responsable, por lo que se identifica naturalmente con la tercera virtud, el sentido de responsabilidad. Sin embargo hay que entender claramente que se quiere decir con responsabilidad; y para ello Frankl señala que debemos invertir la pregunta que muchas veces nos hacemos sobre cual es el sentido de la vida (‘¿que sentido tiene esta vida?’ decimos). Y en su lugar, debemos pensar que es la vida misma la que nos hace esa pregunta a cada instante, y que el hombre debe contestar con su propia vida siendo responsable aquí y ahora. Añade este autor:
“Yo diría que ser humano es, ante todo, ser responsable... de su propia existencia... La existencia auténtica estará presente allí donde el ser humano decida por si mismo, no donde se vea conducido a ir.”[2]
En muchos momentos de nuestras vidas nos perdemos o nos sentimos perdidos. Le pedimos a Dios que nos indique el camino, y que nos revele la verdad. Perdemos la fe en nosotros mismos y la duda nos va debilitando poco a poco. O nos convertimos en víctimas y le pasamos a otros la responsabilidad de lo malo que nos pasa. Allí ya no estamos siendo responsables. Por eso debemos creer en nosotros y tener fe en nuestros ideales, usar nuestra inteligencia para ser objetivos y buscar en nosotros mismos la respuesta que nos ayude a salir adelante. También habrá caídas y fracasos, pero si no nos rendimos y los superamos, se convertirán estos en oportunidades de aprendizaje.
Pienso que estos pianistas, de manera diferente claro, cultivan de alguna u otra manera estas virtudes en su labor. En el caso de Parrondo y Delaflor se necesita coraje y objetividad para mantenerse por tantos años en nuestro país en una actividad que sin duda no cuenta con la difusión y el favor que se tiene en otros lugares. Pero al mismo tiempo demuestran su responsabilidad al decidir cultivar su arte y compartirlo en México.
Malcolm Bilson por otro lado, también decidió responder de una manera objetiva al escoger su campo de acción. El se lamenta que se estén perdiendo las maravillosas diferencias que caracterizaban a los pianos modernos como el Bechstein, Bosendorfer, Steinway, Bluthner, y Mason & Hamlin. Sobretodo para los nuevos pianistas, de quienes dice “es difícil de entender para mi el porque estos jóvenes que se gradúan de Juilliard, van al Carnegie Hall, y tocan la Sonata en si menor de Chopin y la Waldstein de Beethoven. Entonces esperan obtener una buena crítica. ¿Pero, que tan bien pueden tocar esas piezas, considerando la competencia? Y aun si se obtiene una buena crítica, quien te necesita?”
Y entonces declara que el campo de los instrumentos históricos es una área con más oportunidades para los jóvenes ejecutantes. Aquí pienso que conviene resaltar la idea de que debemos ser objetivos al escoger cual va a ser nuestra orientación en la música desde un principio de la carrera. Pensar en lo que podemos aportar que nadie más pueda o quiera.
Finalmente les quiero decir que, como músico a fin de cuentas, me gusta mucho pensar en la existencia de las cosas y los seres, libres de una visión exclusivamente utilitarista, aunque si perfectibles.
Y por eso cierro esta conferencia con una cita de Henri de Régnier que Ravel escribió en sus Valses nobles y sentimentales: “...el placer delicioso y siempre nuevo de una ocupación inútil.”
Es cuanto.
Eliud Nevárez Arrazate
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