CONSEJOS E IDEAS PARA EL INTERPRETE
(de la autobiografía de Artur Rubinstein, Mi Larga Vida)
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…los más de los pianistas jóvenes están perfectamente equipados para su
carrera a la edad de 17 o 18 años y es entonces cuando deberían comenzar a
dialogar personalmente con los compositores. Los intérpretes tenemos en común
algo con los artistas de la pintura. Si se hace uno diez retratos de otros
tantos pintores, se verá diferente en cada uno de ellos. No obstante, cada
artista podrá jurar que su obra expresa la forma en que lo vio. Lo mismo reza
perfectamente con nuestra interpretación de la música. Cada quien aporta a la
obra musical sus propias capacidades y destrezas, sacándole lo mejor según su comprensión
y realizando su interpretación de acuerdo a su propia personalidad. Un consejo
más: cuidado con tocar en publico una obra que uno no ama ni entiende, aunque
parezca convenir al programa. De no cumplirse tales condiciones, no se hará
justicia ni al compositor ni a uno mismo.
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Mi larga experiencia me enseñó que la única vía hacia el éxito que tienen
ustedes, los jóvenes pianistas, es verter sus emociones más profundas en la
música que realmente aman y comprenden. Cuando eso ocurre es como una antena
que se comunica con el público y lo hace compartir con ustedes esa emoción,
aunque éste nunca haya oído la pieza o ni siquiera le guste. La música es un
arte sagrado. Los que han nacido con talento para ella deben actuar como
humildes servidores de los compositores inmortales, y sentirse orgullosos de
haber sido elegidos para transmitir a la humanidad sus legados celestiales.
Quienes utilizan estas obras inmortales como instrumentos de su propia
promoción o para su éxito comercial traicionan este sagrado arte.
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El arte ha de ser sencillo o imposible. ¿Por qué todo lo que escribió
Mozart parece tan sencillo? El camino que lleva a esa sencillez es arduo, pero
nunca debe parecerlo.
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…nunca toqué una pieza sin sentir una intensa emoción y un profundo amor
por ella. Y cuando estoy inspirado (y esto es un verdadero regalo del cielo)
esa emoción y ese amor se transmiten al público. Muy a menudo ocurre que la
perfección hasta el mínimo detalle, conseguido a costa de muchas horas de arduo
trabajo, deja frio al auditorio, debido precisamente a la falta de esa misma
esencia, del sentido de la música.